Como su propio nombre indica, los aretes son joyas para la oreja que se enganchan a ésta y cuelgan de ella. Los aretes suelen clasificarse como pendientes, aunque por definición se distinguen claramente unos de otros. Es precisamente el tipo de cierre lo que distingue a los pendientes de otras joyas para la oreja. Mientras que los aretes tienen un mecanismo de cierre para fijar el aro a la oreja, los pendientes suelen consistir únicamente en un gancho largo que se introduce por el agujero de la oreja. Este gancho tiene la forma de un lazo que sobresale por la parte posterior del lóbulo de la oreja. Sin embargo, también hay pendientes que tienen un tapón adicional de goma, silicona o plástico que se introduce en el gancho por detrás. Así se evita la pérdida de pendientes grandes y pesados, que de otro modo se saldrían del agujero de la oreja debido a su peso sobre el gancho, pero también la pérdida de pendientes más ligeros, que apenas se notan en la oreja y, por tanto, se pierden más rápidamente. El trabajo ornamental de un pendiente, en cambio, se sitúa en el otro extremo del gancho, en la parte delantera del lóbulo de la oreja. Los elementos decorativos son muy variados, tanto en lo que se refiere a los propios elementos decorativos como a las distintas formas, longitudes y materiales. Largos o cortos, discretos o llamativos, rosados, dorados o plateados, con o sin piedras o perlas... la oferta es enorme. Para que los aretes hablen por sí solos, suelen llevarse individualmente en la oreja, sólo en contadas ocasiones en combinación con otras joyas para la oreja.
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