En joyería se utiliza una gran variedad de metales preciosos, a menudo en combinación directa. Éste es también el caso del oro amarillo, que es una aleación de oro fino, plata y cobre. Las relaciones entre los tres componentes son responsables del color del oro y, por tanto, también de su nombre. Con oro de 8 quilates se puede obtener un oro amarillo pálido con un contenido de plata del 53,4 % y de cobre del 13,3 %. Para obtener un amarillo más intenso a partir de oro de 8 quilates, se necesita una aleación de 33,3 % de oro, 11,4 % de plata y 43,1 % de cobre. El 12,2 % que falta se compone de metales adicionales que se añaden para mejorar la fundibilidad y la dureza. También se puede conseguir un amarillo dorado típico con un mayor contenido de oro: oro de 14 quilates con una composición de 30 % de plata y 11,5 % de cobre, por ejemplo, u oro de 18 quilates de alta calidad con 12,5 % de plata y 12,5 % de cobre. Especialmente este último proporciona un tono amarillo muy rico al oro. Las joyas de oro también deben parecer de oro auténtico y es precisamente este aspecto el que intenta conseguir el oro amarillo mediante las distintas posibilidades de aleación.
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